Intronauta es una experiencia que -a primeros ojos superficiales- podríamos definir como indescriptible. Y claro, no estamos acostumbradxs a conectarnos con nuestra corporalidad, ni a que nos inviten a hacerlo a través de la danza. No obstante, empleando todos los recursos del lenguaje corporal, la entendemos, pero más importante que eso, la sentimos. Y si, aunque no nos demos cuenta, si solamente nos limitamos a la racionalidad y lo empírico en su sentido más tradicional.
Quienes tuvimos la oportunidad de verla en su avant-premiere, realizada hace algunas semanas en la Sala de Cámara del @teatrobiobio, reconocemos en esta obra un viaje necesario hacia el cuerpo y los afectos. Esto, en abierta oposición a la virtualidad y la sobreestimulación digital, de la que todxs somos víctimas. Nadie puede escapar e Intronauta se hace cargo, en parte, de eso.
Según sus creadores y en específico, según Joel Inzunza, su director artístico y coreográfico, «La danza y las artes vivas reclaman el cuerpo como territorio sensible y presente. Ese es nuestro gesto: volver al cuerpo, conmovernos y reconocernos en él. Queremos que el público se deje mover y conmover, que viva la experiencia de un corazón colectivo que late desde el Biobío y que se expande a través de las imágenes en movimiento».
Un viaje sensorial. Una amalgama de estimulos lumínicos que se unen al territorio sensible y expresivo de la creación. Cabe destacar que la luz fue un co-diseño de Daniel Espinoza y, en palabras de sus creadores, se comprende como «un lenguaje autónomo que dialoga con las emociones y la atmósfera de cada escena». Esto se contrapone a algunos momentos de Intronauta, donde vivimos un vacío, nos sumergimos en la penumbra y la oscuridad total.
Intronauta tendrá funciones entre el 25 de septiembre y el 11 de octubre (jueves a sábado) en el Teatro Biobío. Las entradas están disponibles a través del sistema TicketPlus y la página web del espacio cultural.